Al principio mi mama me pareció muy avara cuando a las preparaciones de las comidas, aunque todo el tiempo estaba sabrosas. Nunca botada las peladuras de las cebollas o del ajo, conservaba los desechos de lechuga para cocinarlas con las acelgas, recuperaba las grasas del cochino de del res para hacer manteca para cocinar las papas, recuperaba los huesos para hacer fondo de res, las espinas de los pescados para fondo blanco, sus cabezas para consomés divinos y gustosos.
A esta época en toda Europa el cochino se cocinaba de A hasta Z y todavía más allá, se hacía suculento ships con las peladuras de las papas, los “diablitos” de ratas de campo (Ragondin) hacían la fiesta de los goùter de los jóvenes, los testículos de los toros colas en los mataderos, sin hablar aquí de los sesos, riñones, tripas & mondongos, mollejas de veceros y todas las otras divinidades …., los restos de las cenas o almuerzos a la nevera para recalentarlas, las aguas del lavaplatos y de la lavadora al jardín, en fin la basura nunca se llenaba.
A conocer que ella paso 18 meses en el sótano de su casa con sus hermanas, hermanos y padres durante la ocupación nazi en Bélgica, que ellos comían los restos dejados por los perros pastores alemán de estos nazi durante este mismo tiempo, a darme cuenta que comer suela de botas de alemán en esa época no era una leyenda. (La suela de las botas de los alemanes durante la segunda guerra mundial estaba de cuero, y a cocinarlas durante horas y días, llegaba a ser comestible…). Que la utilización del agua estaba estudiada para ir del consumo humano hasta terminar a la limpieza de las letrinas pasando por múltiples otras utilizaciones; comprendí un poco mas esta manía de aparente avaricia… y más importante; aprovechar todo.
A llegar a la tierra prometida, Venezuela, durante el reinado de la cuarta actualmente tan discriminada, de verdad fue un poco sorprendido cuanto a la dieta y a las costumbres culinarias. Cuanto a carne: lomito y más nada; A pescado: Mero y más nada; Aperitivos: Etiqueta Negra y mas nada…., A ver los pescadores del Golfo de Cariaco botar los lenguados porque daba mala suerte, los carniceros del mercado de Cariaco regalarme los riñones con tanto desprecio, la vendedora de aves a venderme hígado de pollo preguntándome si yo tenía muchos perros, los vendedores de vegetales, lechuga & hortalizas a preguntarme ¿Por qué tanto montes? los empleados del matadero tomándome por loco a pedirles sesos frescos, los bodegeros preguntándome si mis clientes europeos estaban limpio por comprar rones al puesto de Whisky 12 o 18 años por lo menos. En fin, un montones de desprecios………………………….
Suerte, llego por fin el Comandante, y mejor todavía su hijo Maduro.
La inesperada “Dieta Maduro” empezó a poner de nuevo los relojes a la hora buena, se termino el exceso de harina, arroz blanco, pasta y otros carbohidratos tan queridos de los médicos y de las mafias farmacéuticas por crear tanto desorden medícales.
Se descubrió de nuevo los sabores olvidados de antaño, se descubrió el fabuloso de una buena yuca, el divino de un riñón en salsa de mostaza, el dulce perdido del papelón sin química, las bondades de la sal gruesa de Araya con su olor yodada ……………
Ahora sí, es el momento idóneo por ofrecer verdadera gastronomía, sin temer (mucho) el clasismo, el sifrinismo, la gastrofobía y todos estos males.
